Un perro vivo medio muerto aguarda el regreso de quien sabe quién, desde quién sabe cuándo, frente al cementerio de Garrucha en cuyas proximidades un contenedor está casi lleno de ramos con flores marchitas. Dentro del camposanto garruchero hay más gente de la habitual de otros años en el día después del Día de Todos Los Santos, tal vez por ser anteayer lunes festivo. De cara a los nichos, a su vez dentro de un portalillo con puertas y cerradura, las familias plantan sillas de plástico, asientos para una larga compañía a sus difuntos mientras flamean llamas de centenares de cirios rojos y blancos en recuerdo a los que marcharon.
El día después del de Todos Los Santos, los cementerios lucen pulidos, desbordantes de flores, ecos rebosantes de plegarias, plenos de palabras dichas sin hablar, colgantes de recuerdos enhebrados con penas, muchas penas, y una gran alfombra estampada de suspiros. Al recuerdo llegan historias del miedo, cuentos de terror y leyendas de madrugadas metidas en neblina con cruce de aceros en las tapias de los camposantos.Todo se iguala con la muerte y, sin embargo, las necrópolis fotocopian la vida. Inconscientemente o no, el cementerio de Mojácar agrupa los nichos de ciudadanos británicos. Así pues, mucho cambia el estado más apenas nada la actitud. El césped cuidado, mimado, los árboles en el punto exacto, conforman un bello parque, el único parque de Mojácar que ya quisieran para sí los vivos.
Miles y miles de flores adornan las lápidas de los sacramentales, alguna ha quedado huérfana de ornamento y alguien anónimo le ha puesto un ramo de crisantemos. La soledad persigue hasta cuando ya no eres, cuando ya no estás, o, a lo peor, ya no queda nadie que se acerque un día al año a depositar una flor, a quitar las hojas de un otoño de verano. A poco más del mediodía, el silencio absoluto coge del brazo al paseante distraído en la lectura de las inscripciones de las lápidas, en los adornos, en las fotografías, en la arquitectura. Cuando se nace te inscriben como hijo de y de; en la muerte se es el mejor marido, el padre extraordinario, el abuelo inolvidable, la mujer más maravillosa, la madre única, y todo es verdad de tan verdadero que hay quien ni siquiera dispensa perdón el día después del Día de Todos Los Santos, una festividad para recordar a los muertos, en realidad una fiesta de vida. De la vida que fue y de la vida que es.
A las seis y media de la tarde, el día después del Día de Todos Los Santos, la luna era redonda como la vida. Y todo da vueltas como da vueltas la vida. Ya no hay el Don Juan Tenorio, hay el Halloween; incluso puede que un día ya no haya día después del Día de Todos Los Santos, en Internet existen 'lugares' para enterrar a los seres queridos, oficiar funerales, en fin, si uno tiene yuyu a los cementerios la solución está al alcance de la mano. Con todo, siempre habrá un día después del Día de Todos Los Santos, el día en que sin apreturas, sin puestos de flores a la puerta del cementerio, sin abrillantadores, se podrá acompañar durante un instante de paz a aquellos que ya gozan de paz. Eterna.
Fuente: www.elalmeria.es
El día después del de Todos Los Santos, los cementerios lucen pulidos, desbordantes de flores, ecos rebosantes de plegarias, plenos de palabras dichas sin hablar, colgantes de recuerdos enhebrados con penas, muchas penas, y una gran alfombra estampada de suspiros. Al recuerdo llegan historias del miedo, cuentos de terror y leyendas de madrugadas metidas en neblina con cruce de aceros en las tapias de los camposantos.Todo se iguala con la muerte y, sin embargo, las necrópolis fotocopian la vida. Inconscientemente o no, el cementerio de Mojácar agrupa los nichos de ciudadanos británicos. Así pues, mucho cambia el estado más apenas nada la actitud. El césped cuidado, mimado, los árboles en el punto exacto, conforman un bello parque, el único parque de Mojácar que ya quisieran para sí los vivos.
Miles y miles de flores adornan las lápidas de los sacramentales, alguna ha quedado huérfana de ornamento y alguien anónimo le ha puesto un ramo de crisantemos. La soledad persigue hasta cuando ya no eres, cuando ya no estás, o, a lo peor, ya no queda nadie que se acerque un día al año a depositar una flor, a quitar las hojas de un otoño de verano. A poco más del mediodía, el silencio absoluto coge del brazo al paseante distraído en la lectura de las inscripciones de las lápidas, en los adornos, en las fotografías, en la arquitectura. Cuando se nace te inscriben como hijo de y de; en la muerte se es el mejor marido, el padre extraordinario, el abuelo inolvidable, la mujer más maravillosa, la madre única, y todo es verdad de tan verdadero que hay quien ni siquiera dispensa perdón el día después del Día de Todos Los Santos, una festividad para recordar a los muertos, en realidad una fiesta de vida. De la vida que fue y de la vida que es.
A las seis y media de la tarde, el día después del Día de Todos Los Santos, la luna era redonda como la vida. Y todo da vueltas como da vueltas la vida. Ya no hay el Don Juan Tenorio, hay el Halloween; incluso puede que un día ya no haya día después del Día de Todos Los Santos, en Internet existen 'lugares' para enterrar a los seres queridos, oficiar funerales, en fin, si uno tiene yuyu a los cementerios la solución está al alcance de la mano. Con todo, siempre habrá un día después del Día de Todos Los Santos, el día en que sin apreturas, sin puestos de flores a la puerta del cementerio, sin abrillantadores, se podrá acompañar durante un instante de paz a aquellos que ya gozan de paz. Eterna.
Fuente: www.elalmeria.es
Lo que no dice el articulo es que días antes el cementerio daba pena y que el Ayuntamiento tuvo que centrar su brigada de obras en embellecerlo. Tampoco dice nada de los robos de jarrones, etc que se están produciendo. Todo esto es debido a que ya no hay un encargado del cementerio (aunque figure en los presupuestos) dedicado al cuidado y limpieza del mismo así como al control de acceso.
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